FLORECIENDO
EN LA SOLEDAD
Ana
Luisa González
FEB.2010
Nos remontaremos
a cierta época
donde existió una
vez una árbol,
no cualquier árbol, este
era un árbol
de cerezo, estos
árboles son simplemente hermosos.
Este árbol
estaba en un
parque en la
ciudad de Kyoto,
ese ciudad esta
llena de bellas
flores tanto humanas
como naturales. Pero
en esos momentos todo
estaba lleno de
oscuridad, todos corrían
y huían de
sus hogares había miedo
y desesperaron en el rostro
de las personas,
la guerra había
echo estragos en
todos los habitantes
de Japón.
Era plena
primavera, pero los
cerezos no florecían,
tenían miedo como
las personas.
Ese árbol
estaba solo, las calles
a su alrededor estaban soltaras,
y el cielo
se vea sombrío.
Ese árbol había nacido
de una pequeña
flor una flor que el viento
se había llevado hace
ya tiempo cuando Kyoto
aun era un
lugar lleno de magia y
que podía cautivar
a cualquiera.
Varios soldados
entraban cada día, escuadrones enteros
causaban pánico ente
los habitantes, o al menos
los pocos que quedaban.
Pero había
un joven que
resaltaba entre los
demás un joven de
procedencia francesa de
cabello claro y
ojos marrón, su
actitud era muy diferente,
se mostraba inseguro, se
mostraba distante, a
diferencia de los demás
el no paresia ser un
maniquí, no parecía
que quisiera estar
ahí el estaba
ahí por razones diferentes el, estaba
ahí por obligación.
El escuadrón
donde se encontraba
ese joven se instalo
en un campamento improvisado junto
a ese parque,
ese mismo parque
hogar de un
árbol.
Ese pequeño árbol
que se había
mantenido con sus
ojos cerrados, con
miedo a ver como
esa hermosa ciudad
que recordaba pudiera
desaparecer ante ella,
tenia medo de
ver la realidad, antes ella
se habría llenado
de gusto y hubiera
florecido solo para
hacer feliz a
los habitantes de
Kyoto.
El cerezo
se lleno de
nostalgia, decidió despertar
y afrontar cualquier
situación que estuviera
pasando ahora en
su querida ciudad.
Observo a
su alrededor y
se encontró con la imagen mas
triste que nunca hubiera
visto, su ciudad
ahora no era
mas que un
sombrío lugar lleno
de destrucción.
El cerezo
al despertar y
observar esta trágica
escena consumió toda esperanza, había
pasado mucho tiempo
oculta, dormida escondida
de la realidad.
Ahora que
volvía a la
vida, ahora que
volvió se dio
cuenta de los
grandes daños que tenia,
sus raíces estaban
secas, la tierra
estaba llena de
cenizas y escombros,
muchas de sus ramas estaban
maltratadas y rotas
y no tenia fuerzas
ni sabia para
crear hojas y mucho
menos flores.
Ahora lo
que mas deseaba
era un poco
de agua, ese
liquido transparente. No muy
lejos el campamento
estaba ya instalado , el joven Frances
se encontraba parado observando
ese lugar, su
nuevo hogar, tenia
una cantimplora en mano
y se dispuso
a caminar al
parque donde la
agonía de ese cerezo
crecía a cada instante.
Se paro
enfrente de el rozo
con su palma
su tronco rugoso,
sentía gran pena por
el, ahora debería
ser una de las
joyas mas hermosas
de Kyoto, pero
en cambio era símbolo
de la terrible
situación que vivía
todo el mundo.
Tomo su
cantimplora y regó
ese árbol, sus
raíces absorbieron toda
esa agua y poco
a poco sintió una
enorme mejora.
El joven
partió y el
árbol lloro… nunca se
había sentido tan
desgraciada en toda su
vida, nunca sintió una
tristeza mas profunda e
hiriente.
Todo cambió
a partir de
ese día, ese
joven francés procuraba
visitar al cerezo
todos los días,
y le proporcionaba
su ración de
agua diaria, el
joven mantenía la esperanza
de que todo
mejorara y que pronto
pudiera partir a
su hogar, deseaba
que ese árbol diera
una flor, solo una,
seria suficiente señal para el
de que todo
pronto mejoraría y
que esa pesadilla
se esfumaría.
El árbol
se esforzaba deseaba
complacer a ese
joven quien había
sido tan amable con
ella, deseaba mas que
nada verlo feliz sin
darse cuanta se
había enamorado de ese
soldado, no lo
pudo evitar una
vez que se
dio cuanta solo
puedo sonreír para
sus adentros, ¿Qué
mas podía hacer?
Sus raíces le impedían
ir a donde
quisiera, y su
corazón deseba quedarse
en ese lugar donde
había crecido y
donde había sido
tan feliz.
Poco a
poco la guerra
se desenvolvía en
todo el mundo,
el escuadrón de
este joven no
permanecería mucho tiempo
ahí, ya asía
unos días estaban planeando atacar
un batallón contrario
a unos cuantos
kilómetros de ahí, el árbol
escucho todo con
angustia, no le agradaba
nada la idea
de perder a
su joven compañero
en batalla, ahora
crecía un nuevo
miedo en ella.
Se sentía
una atmosfera muy
tensa todos tenían
miedo, mas miedo
de lo que
habían tenido en
toda su vida,
el árbol pensaba
en todas las
posibles consecuencias de esa
batalla que pronto
ocurriría. El joven
se acerco a ella con
lagrimas en sus
ojos, tenia algo
en mano aparte
de su típica
cantimplora, se agacho
junto al tronco
del cerezo, el
árbol solo observaba
no se imaginaba que es lo
que ocurría en
ese momento.
Con dolor
en el alma
el joven realizó
un pequeño orificio
en el suelo
junto al árbol y
coloco en el
una fotografía y
su identificación militar,
después se dispuso a
cubrir ese hoyo
con tierra después
regó al árbol
y se fue.
El árbol
quedo atónito, ¿Qué había
sucedido? El nunca
se había comportado
de tal manera, a pesar de
el poco tiempo que llevaba de conocerlo sabia perfectamente que algo
sucedía, su mirada lo delataba.
Un pánico entro en
ella ¿la hora de
que partiera llegaba ya?,¿ que podía hacer?, sus raíces le impedían ir a donde ella
mas deseaba. Tenia los
deseos de conocer gente nueva, de salir
de ese lugar
para encontrar paz en otro, a
pesar de que
Kyoto había sido su
hogar y que le dolía el separarse
de ella, le
dolía mas el verla de esa forma, ahora deseaba mas que
nada ser feliz.
Lagrimas
corrieron de nuevo por ella,
y de nuevo recayó en sus sentimientos, volvió a sus adentros a sus inicios, a su esencia.
La
tropa de soldados
marcho, dejo su estadía como un
recuerdo vació de esta guerra, una cicatriz
mas en esta
ciudad. Todos marchaban
al copas del
viento quien parecía que cantaba
para ellos, el
cielo estaba gris
como queriendo hacer saber la pena que
sufría al verlos
partir, el cerezo
no volteo, cerro sus ojos y oídos concentro todas sus
fuerzas en ella.
Cuando
la tropa se
encontraba lo suficientemente lejos de Kyoto
los corazones de los soldados se detuvieron
por un instante,
la respiración era profunda y detonaba pánico.
La
batalla comenzó, eran
unos contra otros, la escena parecía
verse en cámara lenta, la
sangre corría por el suelo, las
lagrimas
por el aire y los alaridos de dolor por el viento, los corazones
se detuvieron un ultimo
latido.
La
sabia corría, sentía como sus
raíces poco a poco se
secaban, a pesar
de haber sido regada y
cuidada no era suficiente para curar su corazón, su tronco se oscureció al igual que
el cielo, el
viento soplo, y
sus ramas se
estremecieron, lagrimas marcaban ese día
como un lamentable suceso.
Gritos,
estallidos, disparos, todo se
escuchaba a la distancia,
el miedo y
el pánico había desaparecido,
ahora solo quedaba dolor y
agonía.
Era
triste el pensar que seres
iguales se exterminaran el uno al otro,
los árboles que estaban
despiertos lloraban, y los otros permanecían
callados ante tal escena,
el suelo se
mostró indiferente, y el cielo
se enfureció, el viento huía y el agua
desapareció.
Ya
estaba exhausta pero lo
había conseguido, estaba consiente
del precio que
tendría que pagar
por
haber echo eso, pero
sabia que era
la
única solución y la única manera en
que su espíritu se liberara podría renacer, en una época
mejor, donde de nuevo podría ser feliz y
donde podría volver al inicio llena de
vida y esperanza.
¡Boom!,
los vientos se calmaron,
y los árboles
volvieron al sueño, el
cielo comenzó su llanto,
y el viento
paro.
Todo
había acabado, ahora solo
quedaban los cuerpos
inertes de aquellos
soldados. Aunque uno seguía con vida, recostado en el suelo mirando al cielo, que mostraba su tristeza
con lagrimas, estaba herido,
su respiración se paresia al viento
que hace unos momentos
estaba a su alrededor, su cuerpo
estaba como la
tierra sereno, pero sus ojos, eran como el
cielo, derramaban tristeza pura.
Ella
rogaba por un soplido una brisa , su único y ultimo
deseo, la fuerza necesaria para llegar, cerro sus ojos, pero
antes miró por ultima ves su hogar, estaba
destrozad pero en
ese momento es como
si todo hubiera vuelto a la
vida, todo regreso a su mente y
la nostalgia reinó su corazón, una ultima
lagrima salio y sonrió.
Solo el quedaba
con vida, solo
el sufría la maldición
de haber quedado
en agonía, cerro sus ojos dispuesto a irse de ese mundo de esa manera, pero sintió un brisa
y olor tan familiar para el. Abrió lentamente sus ojos
y observo de nuevo el cielo, y ahí revoloteado
con el viento estaba
un
flor, bajó delicadamente y se poso sobre
el. Una sonrisa curso su
rostro y lagrimas
salieron de el.
Olvido
todo y se concentro en un solo
recuerdo el más triste y
desgarrador que había vivido.
Cerró
sus ojos y las imágenes
corrieron por su
mente. Una mujer, un bebe, flores, fuego, llanto, destrucción, cenizas,
muerte, soledad.
El
mundo callo, ni un sonido mas
que el llanto
de un soldado.
Todo
acabo, el había
dejado de existir,
ella ya no seguia ahí, todo se
lleno de paz, y todo se
borro de la memoria de los que lo presenciaron. No se si
por no querer recordarlo o por que ellos mismos
lo habían olvidado.
El viento
soplo una ves
mas y la flor se
fue, sus pétalos
con sangre recorrieron una largo camino
en compañía de
decepción.
Un cuento que escribí hace años, lo encontré y quería compartirlo con ustedes.
Volveré pronto con una entrada~
Ana Luisa.
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